Emprender un proyecto propio es una de las salidas laborales por las que optan cada vez más profesionales en España. Así lo confirma la Tasa de Actividad Emprendedora que sitúa a nuestro país en el top 20 mundial con un 5,2% de acuerdo al Informe GEM 2020-2021.
Las razones para emprender son variadas. Desde personas que buscan impulsar sus ingresos hasta aquellas que lo hacen para perseguir una pasión propia, aprender nuevas habilidades, tener flexibilidad horaria o poder trabajar de forma remota, entre otros motivos. Lo que sí que comparten todas estas personas que se deciden a dar vida a su propio negocio es la iniciativa emprendedora.
Pero, ¿qué es exactamente la iniciativa emprendedora? ¿De verdad es un requisito necesario para tener éxito con un proyecto propio? ¿Cómo podemos fomentar esta iniciativa emprendedora? Te lo contamos en este artículo.
Qué es la iniciativa emprendedora
La iniciativa emprendedora se define como la capacidad de una persona para transformar ideas en acciones. Si lo extrapolamos al ámbito de la creación de empresas, la iniciativa emprendedora se manifiesta en la actitud, la motivación y la capacidad de un individuo para identificar una oportunidad de negocio y producir un nuevo valor en el mercado.
Tener iniciativa emprendedora va asociado a la habilidad de planificar y gestionar un proyecto de creación de empresa para alcanzar los objetivos propuestos, además de ser una persona innovadora, creativa, motivada, orientada a la acción y valiente, con capacidad para arriesgar y agotar todos los recursos hasta hacer realidad el anhelado sueño de una idea de negocio.
Porque sí, tener iniciativa emprendedora es arriesgado, pero puede ser muy gratificante si se alcanza el éxito, ya que es clave para generar riqueza económica, crecimiento e innovación.
La iniciativa emprendedora ¿es necesaria?
Sin duda, la iniciativa emprendedora es esencial para la economía y el desarrollo de cualquier país en pleno siglo XXI. Los emprendedores actúan como motor de desarrollo estimulando el crecimiento económico y la creación de empleo.
Más allá de generar riqueza, el papel de los emprendedores contribuye a satisfacer cada vez mejor las necesidades del mercado y la sociedad actuales. Por lo tanto, el espíritu emprendedor contribuye al bienestar de la sociedad. Veamos en detalle la importancia de la iniciativa emprendedora.
Estimula el crecimiento económico y el cambio social
Los emprendedores son agentes dinamizadores en la economía de una sociedad. Al dar vida a tecnologías, productos, servicios innovadores, incentivan la creación de puestos de trabajo y estimulan nuevas oportunidades de negocio que, en última instancia, generan riqueza y aceleran el desarrollo económico.
Del mismo modo, los bienes y servicios innovadores que ofrecen los empresarios reducen la dependencia de procesos y tecnologías obsoletas, favoreciendo el cambio social. Es el caso de empresas como Netflix que ha cambiado por completo el mercado del entretenimiento o Udemy que ha transformado el entorno de aprendizaje llevándolo del aula a casa.
Así, el crecimiento del empleo total de un país, la transformación social y, en última instancia, la mejora del nivel de vida dependen en gran medida de la existencia de espíritu emprendedor.
Promueve la innovación
Resolver las necesidades del mercado que todavía están descubiertas por los productos, los servicios y la tecnología actuales es la meta de cualquier emprendedor.
Para ello, la innovación es clave, además de ser impulsora de diferentes técnicas efectivas de productividad. A través de la investigación y la experimentación se desarrollan nuevas ideas que se transforman en ofertas con potencial de mejorar la calidad de vida de la sociedad.
De esta forma, la innovación mejora la capacidad productiva de una economía, que se traduce en un aumento del bienestar material de los consumidores, en la mejora del nivel de vida y constituye la principal fuente de prosperidad económica a largo plazo.
Favorece el desarrollo industrial y mejora las empresas actuales
Las nuevas ideas de negocio de los emprendedores pueden impactar de forma directa en las empresas existentes, contribuyendo a su desarrollo y expansión. Es el caso de la implementación de nuevas tecnologías en los procesos generales de la empresa, desde la producción, a la distribución o la comercialización.
Del mismo modo, el espíritu emprendedor puede favorecer un uso más eficiente de los recursos con los que las empresas ya cuentan, impulsando así su crecimiento.
Cómo fomentar la iniciativa emprendedora: 4 ingredientes clave
Como hemos visto, el espíritu empresarial juega un papel clave en la evolución y la dinamización socioeconómica de un país.
Por este motivo, tiene sentido cultivar, motivar y remunerar las iniciativas emprendedoras en la medida de lo posible, tanto desde las instituciones públicas como privadas. Pero, ¿cómo podemos fomentar el espíritu emprendedor?
1. Desarrollar una mentalidad emprendedora
El éxito como emprendedor no solo depende de la habilidad para lidiar con los números y las finanzas. A pesar de que estas capacidades sí pueden allanar el camino hacia numerosas oportunidades de negocio, el desempeño como emprendedor dependerá en gran medida de su mentalidad emprendedora.
No olvidemos que la iniciativa emprendedora se identifica con la construcción de soluciones de una manera que no se ha hecho antes. Para ello, es necesario fomentar un pensamiento independiente y una mentalidad con una perspectiva única, capaz de correr riesgos, idear soluciones innovadoras y con la fuerza suficiente para aceptar la incertidumbre.
Por fortuna, la mentalidad emprendedora se puede desarrollar con tiempo y esfuerzo. Para ello, hay una serie de prácticas que conviene poner en marcha como la reflexión diaria que ayuda a tomar decisiones meditadas y con claridad.
Leer es otro de los hábitos que refuerza la mentalidad así como por ejemplo diversas frases para emprendedores que sirven de inspiración para ampliar los conocimientos. Por otro lado, también marca la diferencia aprender de las experiencias de otros expertos que ayudan a evitar futuros errores como emprendedor.
Enfrentarse a retos y situaciones desafiantes, asistir a eventos empresariales para crear redes de contactos o apoyarse en mentores experimentados que guíen al emprendedor por su nueva aventura empresarial y ofrezcan nuevas perspectivas al emprendedor. Todas ellas también son acciones que estimularán la mentalidad empresarial.
2. Pensar «fuera de la caja»
La curiosidad, la inquietud y la creatividad son la base del espíritu empresarial. Ser capaz de ver las situaciones y las necesidades del público de una forma diferente para aportar soluciones y cubrir lagunas descubiertas son ingredientes intrínsecos de la iniciativa emprendedora.
Se trata de identificar una idea de negocio basada en una oportunidad detectada en el mercado. Conviene diferenciar ambos conceptos. Una idea de negocio en sí misma puede no resultar fructífera. A diario surgen cientos de ideas de negocio, pero como es lógico no se ponen en marcha tantos negocios como ideas surgen, ya que buena parte de ellas no responden a ninguna oportunidad real.
Para determinar si dicha idea está basada en una oportunidad de negocio real, el emprendedor tiene que analizar aspectos clave como el tamaño del mercado, el perfil del target al que se quiere dirigir o la competencia que existe.
3. Acceso a financiación
La falta de financiación es uno de los principales muros que frenan las iniciativas emprendedoras. Contamos con escasos fondos de capital riesgo en España. No obstante, los emprendedores pueden recurrir a otras vías como los Business Angels, las aceleradoras de startups o las incubadoras.
Asimismo, desde las entidades estatales y autonómicas se convocan subvenciones y ayudas públicas dirigidas a impulsar el emprendimiento de proyectos innovadores de forma directa o indirecta que conviene explorar.
4. Hacer de la formación una prioridad
La formación empresarial resulta vital para que una iniciativa empresarial llegue a buen puerto. De hecho, aprender los principios subyacentes para dar vida a un negocio debería ser tarea obligada de cualquier persona con iniciativa emprendedora. Es la vía más confiable para alcanzar el éxito en un ámbito en el que el fracaso es común. Ten presente que a día de hoy 1 de cada 3 negocios no llegan al tercer año de vida.
A través de la formación no sólo se adquieren habilidades y conocimientos para generar ideas de negocio o desarrollar y hacer realidad empresas propias, sino que se profundizan en áreas clave para el emprendimiento como las finanzas, las ventas, el marketing o la contabilidad. Del mismo modo, en programas de formación especializada a nivel de postgrado como es el caso de un MBA se refuerzan en el perfil emprendedor aptitudes esenciales como la variedad de tipos de liderazgo directivo, la comunicación o la confianza.
En conclusión, el aprendizaje continuo debe ser una máxima de cualquier emprendedor que tenga como objetivo prepararse para el éxito. Por eso, si tienes vocación e iniciativa emprendedora, echa un vistazo a la propuesta formativa del MBA de la Cámara de Oviedo cuyo propósito es reforzar y/o ampliar tus conocimientos en administración y dirección de empresas para ayudarte a dar un paso importante en la puesta en marcha de tu negocio propio.